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Escenario Energético:

Lorenzo Reyes Mar
01 de Septiembre de 2009


El transporte de hidrocarburos por vía marítima, se inició a finales del siglo pasado en cantidades insignificantes, pero poco a poco las grandes potencias se fueron equipando de barcos dedicados al transporte del petróleo.

El petróleo viaja en estos grandes buques, que permiten almacenar gran cantidad de este preciado líquido en tanques. En la parte superior de cada uno de los diferentes depósitos de petróleo que hay en cada buque se encuentra otro pequeño, que nunca debe estar completamente lleno y que sirve para facilitar la dilatación del petróleo cuando aumenta la temperatura.

La producción mundial de petróleo se acerca actualmente a los 3.000 millones de toneladas, de los que una cuarta parte es producida por Oriente Medio y la mitad de esta cantidad es exportada a Europa occidental por la llamada ruta de los petroleros.

En la producción y en el transporte de este producto hay grandes cantidades de pérdidas de crudo, unos diez millones de toneladas.

En la actualidad hay unos 6.300 petroleros circulando por los mares de todo el mundo. Más de la mitad son buques de gran tamaño que fueron construidos en los años 70, lo que hace pensar que pueden sufrir algún percance que termine en las tan temidas mareas negras, por lo que la mayoría de los gobiernos piden legislaciones más exigentes, con el fin de ejercer mayor control sobre el tráfico de estos buques, así como se pide la mayor calificación posible de la tripulación de esos barcos.

Para evitar los desastres ecológicos, entre las medidas que se pretende implantar está la del sistema de seguridad denominado de casco doble.

Este medio consiste en reforzar el casco del petrolero con una doble capa de acero. Los depósitos están divididos en dos cisternas, con lo que, tras un posible accidente, el agua del mar entra en los depósitos y la presión hace que el crudo pase a otros depósitos destinados a ese fin.

Aún así, las mareas negras suponen sólo una parte del problema, ya que se estima que cada año la industria del petróleo vierte al mar entre tres y cuatro millones de toneladas de crudo en operaciones rutinarias.

Un derrame de petróleo o marea negra es un vertido que se produce debido a un accidente o práctica inadecuada que contamina el medio ambiente, especialmente el mar, con productos petroleros.

Estos derrames afectan a la fauna y la pesca de la zona marítima o litoral afectado, así como a las costas donde con especial virulencia se producen las mareas negras con efectos que pueden llegar a ser muy persistentes en el tiempo.

Los animales más afectados son las aves cuyas plumas se llenan del líquido negro. Cuando esto ocurre pierden la capacidad de volar y se disminuye su habilidad de mantener su temperatura corpórea normal.

Las aves se quedan en la playa para no herirse aún más y se mueren del frío o de hambre. Los peces pueden incorporar contaminantes orgánicos persistentes y los depredadores que los consumen pasan el envenenamiento petrolero de un animal a otro por la cadena alimenticia, poniendo en riesgo la seguridad en la alimentación humana.

Las mayores mareas negras producidas en los últimos años por grandes petroleros averiados o hundidos han sido relatadas puntualmente por la prensa.

Una de las más espectaculares ha sido la del buque-cisterna estadounidense "Exxon Valdez". Este petrolero tenía unas medidas de aproximadamente 55 metros de ancho por 320 de largo y encalló en un arrecife al tratar de evitar chocar con un iceberg, frente al golfo de Alaska.

Un derrame de más de cuarenta millones de litros de crudo produjo una marea negra de unos 250 kilómetros cuadrados, la mayor mancha de petróleo en la historia de Estados Unidos, que significó una grave amenaza para la vida marina y costera de la zona.

Otra marea importante se produjo con el hundimiento del buque cisterna "Torrey Canyon", también de bandera liberiana, que se fue a pique, en 1967, con 123.000 toneladas de petróleo.

La contaminación se extendió 18 kilómetros a lo largo de las costas francesa y británicas. Desde hace unos 30 años los derrames de combustible protagonizados por los petroleros en mares y ríos del mundo comienzan como catástrofes ecológicas y terminan como noticias.

Se producen en su mayoría por errores humanos o técnicos y por la ausencia de planes y políticas de prevención que protejan los océanos y sus costas, tanto a escala nacional como internacional.

Como se puede observar en este artículo, cada día se incrementan mas las medidas de seguridad para conservar el medio ambiente, quienes hemos tenido la oportunidad de trabajar en las áreas donde se producen los hidrocarburos sabemos que los derrames son constantes y lo fundamental es tomar las medidas preventivas para que estas fallas no se repitan constantemente.

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