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Escenario Energético:
Lorenzo Reyes Mar
25 de Agosto de 2009



En la medida que los sistemas económicos dependen de los consumos energéticos y en la medida que el Petróleo proporciona más del 40% de la energía total consumida y el 90% de la utilizada en transportes, puede entenderse que todo lo que gira en torno al petróleo esté condicionando a la dinámica política de nuestro Planeta.


Gran parte de lo que está ocurriendo en estos momentos se explica a partir de la pugna por controlar y garantizar los suministros energéticos.


El mayor productor de petróleo del mundo es Arabia Saudita, le siguen Estados Unidos y Rusia; Noruega, Irán, China y Venezuela; Argelia y Nigeria e Inglaterra y México.


La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) esta conformada por 11 países productores procedentes de África (Argelia, Libia y Nigeria), Asia (Indonesia), Medio Oriente (Irán, Kuwait, Qatar, Arabia Saudita, Irak, Emiratos Arabes Unidos) y América Latina (Venezuela).


La OPEP, es el cartel petrolero que concentra a grandes productores de crudo y su objetivo es coordinar y unificar las políticas petroleras de los países miembros.


Los mercados petroleros son las áreas mundiales, físicas o de bolsa, donde se concretan las transacciones de compra y venta del petróleo. Los principales mercados son: la costa del Golfo en Estados Unidos que se refleja en la bolsa de New York, el Mercado Asiático (Asia-Pacífic), África, Medio Oriente y Europa.


Hasta 2008, los tres principales importadores mundiales de petróleo son los Estados Unidos, China (importador neto desde 1996 y segundo consumidor mundial desde el segundo trimestre de 2003) y Japón (segundo consumidor hasta 2007). Las importaciones chinas, en particular, crecen un 9% por año, y consume ya un 20% de la energía de los países de la OCDE.


Para estos países, es vital saber a qué precio y en qué cantidades pueden recibir petróleo. Puede ser también muy interesante poder distribuir algunas cantidades a aliados necesitados.


Es probable que el gas y el carbón tomarán una parte importante del sitio dejado por el petróleo faltante. Los recursos carboníferos están repartidos de manera más amplia en el mundo; las naciones que hagan una transición más rápida sin utilizar petróleo barato, ganarán en independencia.


Es el caso de China, ya que produce cerca del 70% de la energía eléctrica que necesita, quemando carbón; el cual proviene de las abundantes reservas que existen en ese país (China posee las terceras reservas mundiales), lo cual también trae consecuencias ambientalistas, ya que China es el segundo mayor emisor de dióxido de carbono en el mundo.


Finalmente, los grandes actores de la industria petrolera se revelan listos para comenzar el estudio la producción de petróleo que es más difícil de extraer: de aguas profundas, zonas inexplotadas hasta entonces; una nueva "fiebre del oro" negro se espera en el Ártico.


El camino en el que hay que avanzar apunta hacia varias líneas de trabajo: En primer lugar, es preciso un esfuerzo de rigor y precisión en la determinación de las reservas de petróleo.


Hay que establecer criterios internacionales concertados que permitan saber con objetividad cuánto petróleo queda.


En segundo lugar, es necesario avanzar en la diversificación energética. Algunas experiencias en este campo constituyen ejemplos esperanzadores.


En tercer lugar, hay que potenciar las investigaciones en recursos energéticos y en fuentes alternativas, aunque parece poco plausible que en menos de 30 ó 40 años según consideran los expertos puedan lograrse los “descubrimientos” definitivos.


En cuarto lugar, hay que propiciar una cultura de ahorro energético, empezando por las orientaciones educativas que se transmiten en las escuelas, en una dirección de mayor austeridad, autocontrol, mentalidad de ahorro, equilibrios, etc. En definitiva, hay que educar con más realismo y sentido de la responsabilidad a las nuevas generaciones.


En quinto lugar, hay que entender que el problema de los recursos energéticos no es una cuestión que pueda solucionarse satisfactoriamente a mediano plazo solamente mediante la lógica del mercado.


En la medida que estamos hablando de un recurso limitado que condiciona el futuro de la economía mundial y las propias perspectivas de paz y de bienestar de todos, es evidente que Naciones Unidas no puede ser ajena a la manera en la que se organicen los usos y disponibilidades futuras del petróleo.


De la misma manera que algunas naciones han socializado el petróleo, no es un disparate considerar la internacionalización futura de los recursos energéticos en una forma que garantice su utilización racional por todos, evitando controles abusivos, apropiaciones destructivas, condicionamientos irresponsables y riesgos de guerras e intervenciones guiadas por intereses parciales y/o restrictivos.


Comentarios y Observaciones:
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