Observador Ciudadano Tu pagina de inicio

Escenario Político:

Lorenzo Reyes Mar
27 de Mayo de 2010




Bajo el régimen del general Porfirio Díaz (1877-1911), México logró altas tasas de crecimiento económico, pero ello a costa de un inequitativo reparto de la riqueza y de una creciente dependencia hacia el exterior.

La ausencia de espacios para la participación política, la injusticia social para con los trabajadores del campo y la ciudad, así como la concentración de la tierra en manos de unos cuantos hacendados, serían el caldo de cultivo para la reac­ción que transformó al país.

La Revolución mexicana de 1910 constituyó un movi­miento armado que trastocó el orden de cosas existente para dar paso a un nuevo régimen, con la promulgación de la Constitución de 1917, primera en el mundo en incorporar reivindicaciones agrarias y sociales.

México tenía entonces que diseñar las instituciones que le dieran sustento; transitar paso a paso, sobre vías propias y adecuadas a las condiciones imperantes en ese momento.
En marzo de 1929 el general Plutarco Elías Calles, fundó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) con el propósito de estabilizar el país, unificar las distintas expresiones triunfadoras de la Revolución Mexicana, de facilitar, por vías pacíficas, las sucesiones presidenciales y darle sentido al proyecto de Nación derivado de la gesta de 1910-1917.
El partido Nacional Revolucionario, seria en consecuencia, la institución más poderosa para la competencia política y el lugar adecuado para diseñar los primeros acuerdos y prácticas en la lucha por el poder público.
Concebido como un partido de masas y tutelar de los derechos de los trabajadores, ante el creciente ascenso de las movilizaciones que reclamaban una mayor participación en los asuntos del Estado y una más equitativa distribución de la riqueza.

En Marzo de 1938, Durante el mandato del General Lázaro Cárdenas, se le cambió el nombre al instituto político, por el de Partido de la Revolución Mexicana (PRM).
El primer cambio en su concepción original se dio en el periodo de Manuel Avila Camacho, por los tiempos en que postulaba como candidato presidencial a Miguel Alemán Valdés, donde el partido volvió a modificar su nombre al de Partido Revolucionario Institucional (PRI), en Enero de 1946, donde se da un rompimiento con el pensamiento revolucionario.
De manera paradójica, en la época de Alemán, con el segundo impulso industrializador del país el primero fue con Porfirio Díaz, la Revolución se “institucionalizaba”; la “democracia y justicia social” que reza en el lema del partido se volvió asunto de las “instituciones públicas emanadas de la Revolución”, de organizaciones sectorizadas y corporativizadas leales al partido y el pueblo representado por los sectores y las fuerzas vivas del PRI.
Sin embargo, tanto la estrategia económica, basada en la sustitución de importaciones de corte proteccionista, como la que se practicaba en la mayor parte del mundo, dio lugar, con éxito, al llamado desarrollo estabilizador (también conocido como “el milagro mexicano” y sustento al discurso político “nacionalista revolucionario” que daba dirección y sentido a el Partido.
En la época de López Mateos, sólo como un lapsus regresivo, él llamó a la ideología del PRI “de izquierda dentro de la Revolución”.
Al PRI, después de varios experimentos durante los sexenios de Echeverría y López Portillo por reciclar y mantener vigente el discurso político en relación con la estrategia económica en crisis y con una deuda externa creciente, lo infiltraron y tomaron como rehén, al partido y al gobierno, un grupo de jóvenes –la mayoría hijos de priístas connotados de viejo cuño, forjados en universidades extranjeras que le dieron un giro radical al discurso priísta para justificar –y ponerlo en sintonía- el arribo de las políticas neoliberales.
Con el salinismo, el nacionalismo revolucionario se borró de un plumazo del ideario priísta y, de repente, se descubrió que el partido era producto de “el liberalismo social” (heredado de la Reforma y del pensamiento de Jesús Reyes Heroles).
En la época del ex Presidente Zedillo se hizo un leve intento de conciliar al partido, nuevamente, con el pensamiento revolucionario, pero las estructuras que no las bases y el gobierno ya estaban copados por seguidores de la doctrina neoliberal, por fans del libre comercio, la privatización y el Estado “facilitador” de la inversión privada.
Después de eso, El Partido no sólo perdió el poder formal, la presidencia; fue sustituido por otro que, en el fondo era lo mismo en términos de estrategia económica, sólo se cambió de membrete partidario.
Actualmente la dirigente nacional del partido Beatriz Paredes, tuvo la oportunidad de definir en sus acuerdos al partido como una fuerza de “centro izquierda”.
“El PRI del siglo XXI es un partido que abandera las causas de las mayorías y se compromete con la agenda social contemporánea.
Es un partido que se suma, si hay afinidad ideológica, a los temas que motivan a la sociedad civil apartidista, sin pretender trastocar sus formas independientes de participación.
El PRI, es un partido de mucha tradición en la vida política nacional, que ha ido encontrando el rumbo desde diferentes perspectivas, aún siendo oposición, donde los candidatos a cargos de elección popular por la coalición de partidos PRI, PVEM, PRV, en la entidad veracruzana, encabezados por el Dr. Javier Duarte de Ochoa, deberán conocer los antecedentes históricos, que les sirvan de sustento ideológico en sus campañas políticas, en pos del voto popular durante los comicios electorales del próximo 4 de Julio.

Comentarios y Observaciones:
loremarpep@hotmail.com
Cel: 2291740483


Suscríbete a nuestro Sistema Informativo,

Envia un mail con la palabra SUSCRIPCION,

(Suscribete aquí)