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Escenario Energético:

Por Lorenzo Reyes Mar
20 de Mayo de 2010




Arabia Saudita es un país asiático que conforma la mayor parte de la península Arábiga. Este país es una de los mayores exportadores de petróleo en Asia y en el mundo.

El jefe oficial del gobierno y autoridad religiosa de Arabia Saudita es el rey. La sucesión de este cargo no es hereditaria, y el príncipe heredero es elegido entre la familia real Saudita por miembros de esta misma familia, en consulta con los dirigentes religiosos y gubernamentales.

Normalmente el rey también ejerce como primer ministro del país. La familia real y algunas otras familias importantes controlan la mayor parte de los altos cargos gubernativos.

El poder del rey está determinado en parte por su personalidad, y en su relación con las familias más destacadas y con los dirigentes religiosos del país. Arabia Saudita no tiene división de poderes ni partidos políticos.

Así, durante el reinado de Ibn Saud fue responsable de los descubrimientos de petróleo y del inicio de la producción petrolera.

Ibn Saud con valor, tomó la sabia decisión de otorgar una concesión a la empresa “Standard Oil Company de California” (predecesora de Chevron) para descubrir petróleo en su nación.

El primer yacimiento petrolero se descubrió en Dammam, que de inmediato logró una producción de más de 1,500 barriles por día.

La producción se fue acrecentando exponencialmente al ritmo de los descubrimientos. En 1944 la empresa cambió de nombre para denominarse “Arabian American Oil Company (Aramco)” y como era de esperarse, otras empresas extranjeras compraron grandes porcentajes de participación, lo que diluyó el poder de los sauditas respecto a su petróleo.

Por ello, la política energética tuvo que virar el rumbo y decidieron recuperar su industria. En 1973 con gradualidad iniciaron la compra de Aramco.

Siete años más tarde, la empresa ya era propiedad absoluta de la nación y en 1988, por disposición de Decreto Real, se denominó lo que hoy conocemos como “Saudi Aramco”.

Para proteger los intereses sauditas, el gobierno decidió en 1960 formar parte de la “Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)”.

Esta institución en 1973 resolvió suspender el suministro de petróleo a todos los países aliados a Israel en la guerra denominada “Yom Kippur”, contra Siria y Egipto.

La medida afectó gravemente la economía de los Estados Unidos y de sus aliados. La escasez de petróleo fue de tal magnitud que los precios mundiales del petróleo se duplicaron y con ello, la riqueza de Arabia Saudita se benefició exponencialmente.

En la actualidad, el orgullo nacional es Saudi Aramco, que comanda Khalid Al-Falih, quien recientemente fue nombrado presidente de la organización, después de más de 31 años de servicio.

El constante reto que enfrenta Khalid es el tema del suministro y para hacer frente, cuenta con su filial “Vela International Marine Limited” que transporta 900 millones de barriles anuales, mediante la flota más poderosa del mundo que cuenta con el puerto más extenso del planeta.

En toda su historia Saudi Aramco jamás ha fallado con un compromiso de entrega.

El poderío de Aramco se debe principalmente a los grandes yacimientos que posee. Por ejemplo: cuentan con el campo Ghawar, que representa la mayor reserva petrolífera del mundo; el Safaniya, que es el yacimiento en alta mar con mayor poder, y; el Shaybah de alta producción.

Las operaciones petrolíferas que realiza Aramco en el mundo abarcan una extensión comparable al territorio sumado de Francia, España y Alemania.

Nadie discute que el petróleo seguirá siendo el negocio de la era, sobre todo si se considera que las proyecciones indican que la demanda de energía aumentará 40% en los próximos 20 años y que el petróleo será el responsable de cubrir 80% de esta demanda. (World Economic Forum, 2010).

En este sentido, el actor número uno del negocio petrolero es Arabia Saudita. El 25% de todas las reservas probadas que existen en el orbe se localizan en su territorio y son tan cuantiosas que superan más de 21 veces de lo que tiene Brasil o unas 16 veces de lo que posee China.

Son la primera potencia productora que aporta el 13% de la demanda mundial de crudo y son líderes indiscutibles en exportaciones de éste.

Durante 2009, la producción petrolera promedió 10.7 millones de barriles diarios (mbd), lo que representa 4 veces más de lo que produce Venezuela o 3 veces de lo que genera Canadá.

Sus reservas son tan bastas que podrían producir diariamente al ritmo actual hasta el año 2090. Los sauditas exportaron en el 2009 un promedio de 8.4 mbd, consolidándose como la principal potencia exportadora de la tierra. (EIA, 2010).

Además del petróleo, los sauditas son afortunados por contar con grandes reservas de gas; fueron ellos los que descubrieron las ventajas de éste como un recurso valioso en la década de los 70´s, mucho antes de cualquier otro país rico en hidrocarburos en Medio Oriente.

El negocio del gas tiene futuro, sobre todo si se considera que su consumo mundial ha crecido 1.7% por año y se espera que se acelere a un ritmo del 3.2% anual durante las siguientes dos décadas.

La política energética de los sauditas es ejercida con plena responsabilidad para dotar a su Nación de prosperidad y es acorde con la Ley Fundamental de Gobierno, que establece: “el dominio y la riqueza concedida por Dios, ya sea bajo tierra, en la superficie o en aguas territoriales nacionales, quedará bajo el control del Estado.

La ley define los medios a utilizar, controlar, y el desarrollo de esa riqueza para beneficio del Estado, seguridad y economía.” (Art. 14).

Un Estado próspero honra a los dioses. (Esquilo de Eleusis). Para ello, resulta necesario explotar al máximo los potenciales y la riqueza natural, bajo estricta cautela y en sintonía con la modernidad.

Los sauditas han permito la inversión privada en el sector petroquímico, en el que destaca la corporación “Saudi Basic Industries Corporation”, que figura entre los principales productores de petroquímica en el mundo; aunado a esto, ha permitido bajo estricta vigilancia, la celebración de contratos de riesgo compartido a empresas extranjeras para llevar a cabo la exploración de gas en regiones seleccionadas; y ha permitido la inversión privada en el sector minero y en la refinación.

Para fomentar esta inversión, en abril de 2000, el gobierno instituyó la “Saudi Arabian General Investment Authority”, dependencia que permite dar seguridad a los inversionistas y controlar sus operaciones. (EIA, 2010).

La preocupación anterior tiene que ver con la contaminación y el efecto invernadero que lesiona irreversiblemente al medio ambiente.

Por ello, el gobierno saudita tiene contemplado en su política energética el uso de la energía nuclear para su aplicación como una alternativa sostenible para proteger el medio ambiente.

De prosperar la iniciativa, podría disminuirse el consumo de hidrocarburos y reducir el impacto ambiental de la producción masiva de energía eléctrica.

Otro punto estratégico de destino de las exportaciones de crudo es la India. El ministro de Petróleo y Gas Natural de la India, Murli Deora, recientemente señaló que “Arabia Saudita tiene la intención de duplicar el suministro de petróleo a la India”. Lo anterior, se explica porque la India consume 2.8 mbd, lo que los convierte en el sexto consumidor más importante del mundo.

En síntesis, Arabia Saudita no sólo es una nación que es admirada por sus grandes yacimientos de petróleo, también lo es por la visión de sus gobernantes, quienes se han mostrado como grandes arquitectos del futuro de su pueblo.

Los sauditas nos demuestran, que es posible llevar a cabo las estrategias del hoy y ahora, y al mismo tiempo establecer las políticas que deberán prevalecer de cara al futuro, con responsabilidad y en beneficio de los suyos.

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