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Escenario Político

Lorenzo Reyes Mar

10 de Marzo de 2010






Hablar de solidez democrática en nuestra sociedad, es comentar acerca de la importancia que tiene la ideología de un partido político y la cultura que profesan sus militantes, independientemente de los colores que representen, pero a decir verdad se observa un panorama difícil en el entorno social, porque los partidos políticos no han preparado adecuadamente a su gente, interesándoles más las situaciones derivadas del inestable horizonte de la subjetividad que sirve más a sus perversos intereses de perpetuarse en el poder.


Hablar de ideologías no es fácil, sobre todo cuando los principales actores de la política en México se forjaron en circunstancias cercanas al autoritarismo político, donde se admitían pocos puntos intermedios cuando se trataba de estar de acuerdo o en desacuerdo, generando con ello un ambiente de disciplina partidista inquebrantable y quien se salía de ella ya sabía a lo que se arriesgaba.


A quienes nos tocó vivir el período anterior a la democratización del sistema electoral sabemos que hoy en día se ha abierto una brecha generacional muy fuerte con los nuevos actores políticos en nuestro país, quienes ven con desprecio los antecedentes que ofrece el pasado político al responder positivamente a una conflictividad de intereses diametralmente opuestos entre sí, moral y cívicamente.


Muchas de las veces se apela a modalidades de legitimidad que no tienen justificación democrática, como la caída del sistema electoral en 1988 con la llegada a la Presidencia de la República de Carlos Salinas de Gortari y que da lugar en 1989 a la fundación del Partido de la Revolución Democrática con el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas al frente de este instituto político.


Un ejemplo es movilizar a partir de consideraciones religiosas como el “derecho a la vida desde la concepción” o la univocidad del matrimonio y la familia. Otro ejemplo es apelar a la legitimidad “revolucionaria” de ciertas disposiciones constitucionales, como el monopolio del Estado sobre los recursos naturales.


El común denominador en ambos casos es la atribución de la legitimidad de decisiones a una razón abstracta, que la enajenan de su única raigambre válida: la deliberación racional y razonable en la plataforma de discusión y con las reglas mutuamente convenidas.


Sustraerse al debate para tratar de romper con los fundamentos básicos de la democracia es hacer que los principios y propuestas propias se basen en criterios intocables y a veces alejados de la realidad que vive la población donde lo que imperan son los privilegios a los cuales pueden llegar unos cuantos, como lo es nuestra clase política gobernante.


Las identidades ideológicas reclaman que su fundamento está más allá de los principios y procedimientos de la democracia terminando por deteriorarla; siendo el espacio del que emana toda legitimidad de caracter electoral, transformándose con el tiempo en algo culturalmente vinculante.


En el debate sobre la reforma política contenida en la agenda pública nacional, se maneja la idea de conservar instituciones como la no reelección consecutiva o la indisposición a producir equilibrios entre poderes y niveles de gobierno que fortalezcan a la ciudadanía, esto favorece la reproducción de fórmulas que fueron creadas para ejercer el poder autoritariamente.


De acuerdo con una encuesta de opinión realizada recientemente por la empresa Berumen y Asociados, un 26% se considera satisfecho con la manera en que funciona en México la democracia, cuyas principales fallas que identifican los mexicanos son el abuso de poder, la corrupción y las promesas incumplidas durante las campañas de los políticos.


Sin embargo, un 72% dijo que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, mientras que sólo un 32% declaró no importarle si un dictador toma el poder en México con tal de que resuelva los problemas económicos y ofrezca un empleo a todos.


El estudio de opinión aparece cerca de tres meses después de que el presidente Felipe Calderón propuso al Congreso una amplia reforma política, que incluye la segunda vuelta para futuras elecciones presidenciales y la reelección de legisladores y alcaldes.


“Buena parte del problema de insatisfacción ciudadana con la democracia tiene que ver con que los votantes no tienen una manera efectiva de manifestar su desaprobación con los gobernantes que no les han cumplido, de la misma manera que no pueden reconocer y premiar a quienes han tenido una buena gestión“.


En el debate legislativo se hace necesario atender a las características preponderantes de las ideas que se confrontan apelando a la raíz cultural de los valores cívicos que con el paso del tiempo se convertirán en importantes componentes del Sistema Político Mexicano.


Creo que muchos mexicanos nos damos cuenta, de que algunas propuestas de los principales partidos políticos ofrecen mejorías para la evolución de la democracia fundada en lo más valioso que tiene este país que son los ciudadanos, pero para lograr ello se debe respetar el privilegio de sus preferencias electorales,


Lo importante es encontrar la fórmula para sacar adelante al país de esta crisis económica y que el bienestar se vea reflejado en el bolsillo de toda la población y dejar de lado la idea de que la clase gobernante solo sabe incrementar los impuestos y es la mejor protegida en cuanto al pago de salarios y prestaciones, sin importar mucho la calidad de su productividad.



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