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ESCENARIO EDUCATIVO:

Lorenzo Reyes Mar

18 de Febrero de 2008



La experiencia, la economía, el poder y la cultura han sido transformadas ùltimamente por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.La producción cultural, en particular, no puede separarse de los procesos y productos de las nuevas tecnologías.


El análisis de los objetos tecnológicos como bienes de consumo conducen a constatar que son ya muchos aparatos técnicos los que han supe


Las nuevas tecnologías constituyen una realidad inmediata tanto por su presencia física como por sus efectos en la vida cotidiana.


La experiencia está mediada por el conjunto de creencias y esperanzas formuladas por el marketing (en un sentido muy general del término) de los productos tecnológicos.


De esta manera, la experiencia cotidiana esta mediatizada por historias, imágenes, comentarios, símbolos, etc, que constituyen las fantasías, creencias y expectativas dentro de las cuales tiene lugar esa experiencia.


Lo que se pueda decir de las nuevas tecnologías tiene su antecedente inmediato y obligado en las reflexiones sobre la técnica moderna. Desde sus primeras interpretaciones, está claro que cualquier lectura del fenómeno técnico implica una comprensión de su significación social y cultural.


Ciertamente las técnicas pueden nacer de la invención solitaria, grupal o en una gran empresa. Muchos de los discursos biográficos sitúan ese "nacimiento" refiriéndose a un mítico garaje donde Bill Gates y muchos otros inventores y empresarios dieron origen a sus tecnologías.


Ellos, como muchos grupos musicales contemporáneos, hacen de la "cueva originaria" el espacio propio de la genialidad y de la invención. Más allá de la hagiografía mercadotécnica ninguna de las tecnologías puede ser producida ni circular, ni ser apropiada y usada, sino es por su "invención social".


Así se gesta el "sentido común" que hace de las tecnologías un instrumento neutro del hacer humano, que dependiendo de los fines de sus usuarios deviene bueno o malo.


La tecnología transforma el mundo y por ello se la ha pensado desde la dominación social concibiéndola como ideología.


Para Herbert Marcuse, la técnica no es sólo "fuerza productiva" sino, sobre todo, "ideología". Lo nuevo de la tecnología es su función legitimadora de un orden social particular: "la razón tecnológica se ha hecho razón política" (Marcuse 1999: 27).


Con ello "las relaciones de producción existentes se presentan como la forma de organización técnicamente necesaria de una sociedad racionalizada" (Habermas 1989: 56). En palabras del propio Marcase:


Hoy, la dominación se perpetúa y se difunde no sólo por medio de la tecnología sino como tecnología, y la última provee la gran legitimación del poder político en expansión, que absorbe todas las esferas de la cultura.


En el análisis de Marcuse el progreso técnico es un sistema de dominación y coordinación que hace que la sociedad contemporánea sea capaz de contener y aquietar el cambio social creando formas de vida que parecen reconciliar las fuerzas que se oponen al sistema (movimientos antiglobalización entre los más nuevos) y derrotar o refutar toda protesta en nombre de las posibilidades de liberarse del esfuerzo y mejorar el nivel de vida.


En la "razón instrumental" se muestra claramente el afán del hombre de dominar la naturaleza: "lo que los hombres quieren aprender de la naturaleza es servirse de ella para dominarla por completo, a ella y a los hombres" (Horkheimer, Adorno 1998:60).


Jürgen Habermas analiza la situación de la tecnología en relación a la sociedad contemporánea desde otra perspectiva. Sostiene que en la lucha por asegurarse los medios para la existencia material los hombres dependen del acuerdo comunicativo previo.


En el mundo moderno la racionalidad comunicativa se ve enfrentada a la racionalidad de fines - medios con lo cual las anteriores formas de legitimación resultan insuficiente.


La tecnología constituye el elemento clave en al interpretación de la sociedad contemporánea. Por un lado, se la presenta como un instrumento neutro y, a la vez, como factor determinante de innovación y evolución social.


Respecto a su función social la tecnología se convierte en una pieza clave de la dominación social en las sociedades modernas. Según ella el pensar técnico (aplicado a la política, a la economía, a la vida profesional, etc.) constituye un modo no ideológico del pensar.


La mayoría de los proyectos políticos educativos están llenos de este tipo de fe por lo que proponen como una de sus primeras medidas comprar aparatos y servicios para que "todos tengan" y para que "todos puedan acceder". Ni amenaza, ni riesgo sino aceptación ciega.


De todas las consecuencias, la principal es la posibilidad de libertad de movimiento estando conectados a las redes. La primera potencia, el primer poder, que las tecnologías dan al usuario es la continua movilidad y la conexión permanente. Las nuevas tecnologías tienen un doble rostro que se realiza en el usuario: Permiten el ejercicio de la libertad humana y dan poder a quien las utiliza.


El marketing en la actual sociedad constituye un conjunto de estrategias de creación y colonización de la imaginación individual y colectiva, como en la sociedad medieval lo fue la propaganda política y religiosa .


Y en este sentido, las nuevas tecnologías son el contenido de una promesa, un advenimiento y un destino. Cuando la dimensión de las palabras confunden unos hechos (aparatos) con otros de mayor trascendencia (sistema social y técnico) pasando los atributos de uno a otro, se tiene la base de una creencia irrefutable, se está ante la magia.


El funcionamiento imaginario de las nuevas tecnologías no podría ser comprendido adecuadamente sin esta consideración. Entre la eficacia experimentada y la promesa anunciada se desarrollan las significaciones imaginarias sociales, relacionadas con las nuevas tecnologías como reglas de funcionamiento y condiciones de posibilidad.


El funcionamiento social de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación no podría ser comprendido adecuadamente sin considerar la relación entre una eficacia experimentada individualmente y una promesa anunciada socialmente.


Todo esto como un intento de sacarlos del cauce del poder que destina a la sociedad destinando el uso del aparato. Discusiones como el software libre o la brecha digital, por ejemplo, no son secundarias a condición de ubicarlas en el marco de un proyecto de autonomía.


Pensar en esta posibilidad constituye una condición necesaria para el uso de las tecnologías en actividades políticas o educativas. De lo contrario se confunde el rumbo con el destino y se esta dispuesto a vivir el derrotero como una derrota.


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